“Jaulas de sueños”
“Sueño….” escribía. Espacio onírico de
una mujer activa, emprendedora, soñadora, viajera y libre pese a que sus
inicios vitales escribían todo lo contario. Una vida marcada por una religión
que la destrozó, viviendo entre curas y frailes su ámbito natural eran los
escolapios, los mercedarios, luego estaban las visitas al cementerio todos los
domingos, para rezar ante la tumba de su madre, un ambiente muy restringido y por
una vida provinciana que la marcó a fuego. “Desde
pequeñita he sido vieja. Recuerdo estar triste y atormentada porque era vieja”.
“Si yo no hubiera nacido en Toro” se lamentaba en sus diarios.
Sin embargo,
su vida entra en una espiral neurótica cuando abandona Toro, su ciudad natal,
con permiso paterno, para instalarse en Madrid. Transforma su nombre Adela por
Delhy, igual que la capital de la India que tanto la fascina. En su “huída”
asimila el nuevo concepto de mujer, independiente, sofisticada, símbolo de una
nueva mentalidad y un recién estrenado concepto de liberación femenina, inteligente,
misteriosa, cosmopolita, una mujer que deja de estar atada al hogar. París, Fez,
Casablanca, Tánger, Florencia, Nápoles, Capri, Bruselas. No se detiene. Tiene
el salvo conducto en la mano con una fecha,1937, año de la victoria, sin embargo
era liberal y republicana y el franquismo la silenció, la ninguneó y ocultó,
por el hecho de ser mujer, artista. Una Venus bolchevique modelada por la época
que queda reflejada en sus ilustraciones. Imágenes estilizadas y esbeltas, de
gestos cinematográficos, actitud ensoñadora y melancólica. Un universo íntimo
enjaulado en un sueño y liberado en su obra pictórica, muralista…
Atada por
sus recuerdos y los avatares de la vida que le tocó vivir, su obra desarrollada
en la vanguardia española, representa su espacio físico recorrido, sus
creencias y sus credos, su secreta intimidad. Se formó inicialmente con
artistas zamoranos, su primo Daniel Bedote y el pintor costumbrista Jesús
Marquina Gallego. En la Escuela de Artes y Oficios de Madrid el artista y
crítico Blanco Coris se convirtió en su primer profesor. Julio Romero de
Torres, Manuel Benedito y José Moreno Carbonero, lo fueron en la entonces
llamada Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado. Retrata repetidamente
su pueblo natal que le
suscitaba sentimientos contradictorios: tristeza y orfandad de su madre o bien
alegría y complacencia del privilegio de tener una infancia en el medio rural, los aspectos más sombríos de Madrid, hecho que
podría interpretarse como un rasgo de modernidad. El intimista paisaje
castellano y sus gentes.
Ilustraciones
de un mundo infantil reflejado en sus brujas “buenas”…otra vez sueños y
anhelos.
La guerra.
Mostró un
gran interés por las nuevas corrientes pictóricas recorriendo un largo camino estilístico discurriendo desde el realismo hasta la abstracción geométrica, apoyada sobre elementos de Art Decó e influída por Kandinski y la poética constructivista, y la abstracción matérica, cultivada en España a partir de los grupos Dau al Set de Barcelona y El Paso, de Madrid, aunque no se sujetó a ningún
movimiento reflejo de su rebeldía y constante evolución, de ser consciente de
un mundo cambiante y sórdido a veces. Destruyó los tiempos retratados en lienzo
al variar de estilo a modo de fuego purificador…”(…)
Me parece que la gran libertad de un artista está en hacer en cada momento lo
que sienta y lo que quiere. Y no vale la pena hacer el esfuerzo de recordar
dónde se llega, para no moverse del sitio donde se está uno cuando está
convencido de que se estuvo muchas veces en sitios que se dejaron.”
Entabló amistad con Remedios Varó y
Oscar Domínguez que la introdujo en el surrealismo. Participó en la exposición
surrealista que organizó André Bretón en febrero de 1938 junto a Paul Klee, Man
Ray, Redon, Miró, Blake…pero abandonó el movimiento cuando enamorada del pintor
italiano Bianchi, éste la introdujo en la Escuela Teosófica, iniciando un nuevo
camino pictórico dentro de la figuración interesándose por la pintura mural, el
retrato y el paisaje.
Julia Luzán
la llamó “La pintora errante”. Artículo de “El Pais”. 20 de noviembre de 2005.
“Las maletas no se enfrían
nunca para mí. Parece que en mi destino tengo siempre un equipaje a punto para
escapar…” escribía en su cuaderno
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