“LECHE DEL SUEÑO”
Mar Sueiras Prieto.
No cabe ninguna duda de que el tiempo
cronológico y el espacio vital que nos toca vivir a cada uno deja una huella
permanente y conforma los rasgos principales de nuestra personalidad. En el
caso de la creación artística esta marca elabora los rasgos particulares que
caracterizan la obra de un creador. El tiempo narrativo y el espacio imaginado,
a modo de una dimensión espacio temporal, que no pueden ni deben separarse como
pretexto, y en la que Leonora Carrington se sumergió para dar corporeidad a su más
que personal imaginario fantástico. Un espacio personal que se acoge a un
tiempo impreciso en permanente suspenso, como en un limbo onírico e irreal. Un
espacio pictórico o escultórico profundamente
poético. Una probable dimensión patológica de la propia personalidad de esta
mujer; su espacio interior a través del proceso creador.
La obra de Leonora, inasible como ella misma, nos
permite echar un vistazo al otro lado del espejo carrolliano y descubrir
que para esta creadora -como integrante del movimiento surrealista-realidad y
fantasía siempre fueron dos caras de la misma moneda. Así, cuando nos preguntamos por la vida de
las cosas lo hacemos necesariamente por la de los objetos. ………..Levi-Strauss
pensaba que en su pasión por conocer el mundo este dispone de un excedente de
significación que forma parte del pensamiento simbólico.
De esta manera percibimos en las obras
de Leonora Carrington el espacio y el tiempo como una delicada arquitectura de
su universo interior, que transciende más allá de espacio plástico y que abarca,
además del lenguaje pictórico y sus mágicas representaciones escultóricas, un universo
literario que se recoge en este libro de cuentos/poemas infantiles, “Leche del
Sueño” , ilustrado por la propia pintora, y escrito en el espacio-temporal de la
infancia de sus hijos. El espacio
creador; el tiempo que juega como un niño y que retoma ese mundo que permanece encapsulado
en la memoria de todo ser adulto.
El tiempo detenido y el tiempo
que pasa parecen una contradicción turbadora y en permanente tensión, siempre
presente en la mayoría de las obras surrealistas. Allí donde se mira un cuadro de Leonora uno
descubre ese misterio femenino, ese espacio íntimo, ese espacio interior poblado de múltiples planos
de tiempo; como una memoria que se ve abocada a ser reflejada en la superficie,
en el espacio pictórico. Observando sus obras uno intuye el remanente de un
pasado que, inevitablemente, todo lo impregna; sus orígenes aristocráticos, el
peso de la autoridad paterna, la influencia del imaginario fantástico de su
madre irlandesa….
Heidegger nos introdujo en la idea
del “pensamiento rememorante” que trata de anular la separación aún latente en
la fenomenología entre sujeto y objeto, en un intento de ir de la presencia de
la cosa a su resonancia; a su inmanencia. El arte trata de dar vida a las cosas
con el fin de no limitarlas al mero objeto al alcance de las manos. No la res extensa cartesiana, sino una
cercanía lejana intuida por Goethe. Así, en la génesis de cualquier
representación está siempre el anhelo de mantener una presencia, de conjurar, en
definitiva, la ausencia en una retórica cuyo alcance se consume en un ejercicio
de tautología. Toda imagen está hecha de tiempo, una ausencia que nos dejó muy
clara la fotografía (el eidos/muerte, sobre la que escribió Roland Barthes)
El arte de Leonora tiene, efectivamente,
un carácter absolutamente propio. Es un arte que fascina porque destila la
honestidad con la que vivió todos los renglones de su vida y la congruencia
entre sus ideas y su métier. Leonora, la “hechicera hechizada” como la
llamó Octavio Paz, consiguió plasmar en su obra la aventura empírica de la
imaginación y nos conduce en cada pintura, en cada escultura, en cada texto, por
los intrincados laberintos de su más secreto mundo interior, utilizando todos
los recursos de la seducción: el asombro, el misterio, la magia, la sorpresa……………….
el sabor de lo desconocido.
En
palabras de Gabriel Weisz, su propio hijo: “Los cuentos de esta libreta
representan un diálogo muy íntimo entre tu imaginación, los miedos y la
existencia que pasaba de vez en cuando para escucharte. Me queda la memoria de
una sensación, pues aquellos días son tan lejanos que se me escapan algunos
detalles. Sin embargo, si estuvieras todavía entre nosotros, estarías de
acuerdo con que no deben olvidarse, con que no deben cubrirse con esa pintura
densa de la que está hecho el olvido”.
EL
SEÑOR BiGOTE, BiGOTE
QUE
TiENE DOS CARAS --
COME
MOSCAS, BAiLA --
AqUi
ESTA SU gUAjOLOTE
Y
AQUi ESTA
SU
NiÑA QUE COME
ARAÑAS
-- ESTA
ENFERMA.
ADEMAS
LA
SEÑORA BiGOTEBiGOTE
AL
REVES
TODOS
SON
MUY
FEOS.
EL
CONEJO Si ES
BONITO
PERO NO ES de ElloS.
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